martes, 23 de diciembre de 2008

Mis sentidos. El agua huele a ti



Todas las mañanas el maldito despertador se entromete en mis sueños, cada noche nos acostamos más pronto y nos dormimos más tarde.

Más dormilona o más agotada espero que suene de nuevo mientras tú ya pululas por el mundo de los vivos.


Dando tumbos llego al baño y mientras veo como te lavas la cara de repente me viene a la memoria “El agua es incolora, inodora y no tiene sabor”, recuerdo de mis días de colegio, eso nos decía “la Scully” la de química, era porque no conocía a mi chico, ni posiblemente la química orgánica, decidida a rebatir tal axioma me dispongo a que tu cuerpo se convierta en laboratorio donde realizar mis ensayos, y tú, mi conejillo de indias te dejas hacer, consentidor siempre de mis caprichos.


Las gotas de agua resbalan por tu cuello hasta formar charcos alargados en tu clavícula, ahí no dejo que prosigan, mi nariz ya está sobre ellas en inútil contención, chapotea, el agua huele a ti, el calor de tu piel transforma los aromas, me embebo de ellos, soplo para que continúen su camino por tu pecho y yo me deslizo con ellas, en la pelambrera de tus tetitas se esconden esperando que las busque, veo, veo , parecen decirme, y me lanzo a ello, mi lengua a través de la jungla que es tu vello, se marea marcando un círculo tras otro, corona las cimas gemelas y las absorbe, el agua sabe a ti.



Mojo mi mano y dejo que se derramen nuevas gotas sobre ti, el esternón se convierte en autovía hacia la rotonda de tu ombligo, que se tensa, provocando un tsunami que todo lo arrastra confundiéndose contigo hacia el atolón escondido bajo tus pantalones del pijama, el agua tiene el color de tu piel.



Apenas nos movemos, pero todo es movimiento, el ligero temblor de tus piernas, el sentir como se contraen tus músculos, como tus caderas se levantan buscándome , es el aviso del despertar del volcán que busca asomarse rodeado de su doble arrecife de coral, te libero, y todo se salpica de tus aromas, todavía hueles a mí, olores excitantes, cargados de humedades, y capaces de provocar en mí de nuevo el rocío que sacie tu lava inacabable.




El agua es del color de tu piel, sabe a ti, huele a ti, ésta es la primera máxima de la química de nuestros cuerpos, la segunda es que hoy los dos llegaremos tarde, muy tarde.....otra vez.

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