miércoles, 10 de diciembre de 2008

Mis sentidos. Porque no siempre tres son multitud



Volvía a casa cansado a pesar de que era más temprano de lo habitual, una reunión cancelada me daba hoy un respiro, quería hablar contigo, hacía dos días que lo rumiaba sin atreverme a dar el paso, ya sabes, siempre he sido inseguro, tras cinco años juntos lo habíamos vivido casi todo, bueno, malo o regular, pero desde hacía días parecía que nada ocurría, y me daba pánico caer en ese limbo que es la rutina, donde todo parece estar bien pero que nos hace callo, sobre todo porque tú eres toda energía, no conozco otra mujer más viva, más inquieta, no hay nada que no te crea curiosidad y sin embargo yo siento que cada vez soy más tranparente, que me voy desdibujando hasta confundirme con el papel vegetal del dormitorio que te empeñaste en poner el verano pasado.



Subía en el ascensor, frente al espejo ensayaba como entrarte, estaba nervioso, mareaba las llaves dándoles vueltas saltando de una mano a otra, cayeron al suelo y al recogerlas noté mis rodillas algo inseguras, hombre, tranquilízate, ánimo y al toro, me dije cañí intentando crecerme con esa hombría torera.



Parecía que no estabas, la casa no decía ni mu, cobardemente respiré, mi trago se retrasaría un poco. Me quité zapatos, chaqueta, corbata y algo de canguelo y me senté a esperarte, me sentía como colegial a la puerta del despacho del director, me reí de mi mismo imaginándome en escena tan patética.



Un ruidito apenas perceptible llegada, se hacía más y más presente, malditos vecinos!, groupies del bricolaje sueco, adoradores de la blackanddecker, subía y bajaba en intensidad, pero no parecía venir más allá de las paredes incontinentes de nuestras intimidades, era más cercano, algo no encajaba, mi cipote con oídos paranormales intuyo antes que yo el origen de ese ruido porque alerta me avisó, me urgía a levantarme tirando de mi pantalón, vamos, vamos, parecía decirme.



En el pasillo, el escándalo era mayor, de repente paró, yo también, parecía que nos esperábamos uno al otro, pero mi chico me guiaba, sigue, sigue, excitado no sabía aún muy bien por qué llegué hasta la puerta de nuestro dormitorio, donde continuó la serenata.



Sobre la cama, abierta hasta parecer romperte, jugabas con un nuevo compañero, cerré los ojos para capturar la imagen, el negativo de la realidad se superpuso con la imagen sepia de la fantasía, y sentí más intenso el deseo, el zumbido se mezclaba con tus gemidos y los míos ya llegaban.



Parecías aguardarme, guiaste mi mano hacía tú cueva donde ya exploraba el recién llegado y ambos bregamos juntos en sacarte brillo, restriega que te restriega, pule que te pule, frotis que te frotis.

Te retorcías el ritmo de la musiquilla impertinente, machacona, gritona que perdía a veces la voz hasta volverse ronca para retomar de nuevo brío por encima de nosotros que para entonces ya éramos diva y barítono del goce.




Se acercaba el aria final, percusión cercana al éxtasis, muelles que chirríaban, sienes que palpitaban, tamborrada de cabezales, corazones que bombombeaban, lamparillas que tintineaban, zambombas friccionadas, cuerpos que se llama ama, amaban, cuerpos que se saciaban, que chasqueaban, dedos que resbalaban sobre panderetas de dermis sudorosas, piernas que rodeaban, que espoleaban, manos que se aferraban, cuellos que se arqueaban, bocas que se buscaban, lenguas que peleaban, seres que jadeaban, pieles que crepitaban, cuerpos que chorreaban, almas que rrreventaban , que ululaban a nuestra particular luna, lunera delirante. Atronadora apoteosis final y caída al fin al telón de nuestras sábanas.



Aún medio asfixiado me relajaba, poco a poco, despacio para no olvidar tan descomunal desahogo, feliz por descubrir la causa de tus últimas ausencias, tu curiosidad, bendita, mal?.. bien sana, morbosa , perturbadora que nos desnudó el mundo del jugueteo.



Pobres ignorantes quienes decís que tres son multitud.

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