jueves, 29 de enero de 2009

La amiga, tú y yo (female)

La amiga y nosotros

Segunda parte: La amiga, tú y yo (female)


Desde que por la mañana me enteré de tu accidente en una conversación casual, mi cabeza no paró de pensar en ti, en la reunión fui una autómata que regaló sonrisas huecas tratando de ocultar mi desasosiego, mi socio, Santiago, alucinó conmigo, no hizo preguntas, discreto como él era, supo echarme un capote para suplir mi ausencia.




La mañana pasó rápidamente y Santiago debía marcharse ya de vuelta a Valencia, era el cumpleaños de su hijo y quería llegar pronto, por lo que me quedé por si había que resolver dudas de última hora, se lo debía, cogería el último tren.




Me fui a comer a La Miranda del Museo, me encantaba y hoy más, necesitaba relajar mi mente y permitirme divagar, mientras degustaba una riquísima fideua y una copa de vino blanco, miraba sin ver el Tibidabo a través del cristal y sin apenas darme cuenta llegaste de nuevo sin llamar, te vi ahí, sobre el reflejo de mis recuerdos que volvían , no me ibas a dejar que te olvidara.




Fuiste mi primera y única incursión a las fronteras oscuras de un mundo donde perviven los deseos inconfesables del sexo soñado, un pulso comiéndole metros a mis límites como goma elástica a punto de saltarme en los morros, una búsqueda siempre hacia adelante, tan hacia afuera como necesitada de profundizar en mí.




Me dejaste un regusto rancio, un punto adictivo, venenoso pero que me hizo relamerme, como una tónica, quienes seáis de mi quinta, recordareis su publicidad, eso es que te había probado poco, azúcar, ácido cítrico, anhídrido carbónico, aromas naturales y quinina, amarga, heroína adulterada cura de mi malaria que se verbalizó en ti.




A menudo pensé que no me sabías leer, otras que me leías como nadie, un lector siempre callado, en tus manos fui un libro que dejabas olvidado en la mesita de noche para después empaparlo de saliva pasando mis hojas una y otra vez.




A pesar de que me moría por saber de ti, decidí que no debía hacerlo, sabía que no tenía que hacerlo, pero no pude evitar cumplir un penúltimo deseo, como alcohólico en su última borrachera, un trío suplicado y nunca concedido como una copa del mejor de los vinos que sabes nunca volverás a catar.




Sobre la mesa tenía La Vanguardia, busqué en la sección de anuncios, sabía lo que quería, una primera llamada y todo estaba en marcha, la segunda iba a ser más difícil, busqué tu nombre en mi agenda, durante un tiempo lo borré pero después decidí grabarlo de nuevo aunque sabía que nunca te vería parpadear en la pantalla, reconocer las vivencias era superar lo vivido, un peldaño más subido, oí tu voz suave como la recordaba, con ese acento que sabías explotar como seductor aficionado y te solté una parrafada inconexa, te dije que te visitaría con una amiga, no te dejé apenas hablar y colgué, estaba próxima al colapso y a las dudas que aparecían les di un portazo a la par que corrí la silla bruscamente para no flaquear.




Me encaminé Via Laietana hacia la Diagonal buscando un taxi, y pronto me encontré en tu calle, aún tuve que esperar unos minutos hasta que la vi aparecer, era preciosa, una mezcla de sentimientos subía por mi esófago como hiel, la admiración y celos se mezclaban, el azul de lo más bello y el verde de la envidia, se convirtieron finalmente en un azul esmeralda, alta, morena, melena lacia, elegante y sobretodo muy exótica, sabía que te volvería loco.




Le pedí la llaves al portero, era nuevo, lo agradecí, me evitaba rutinas sociales de las que en aquel momento no me sentía capaz y en el ascensor le conté a la supuesta amiga lo que quería, entendió perfectamente la situación, me imagino que aunque acostumbrada a todo tipo trances no olvidaba ser ante todo mujer.




Ya en la puerta, un rápido intercambio de miradas, una sonrisa forzada y un tirón nervioso a mi falda acomodando los prejuicios y el orgullo.




Te llamé, la voz me sonó extraña lo que incrementó mi inseguridad, directa a tu dormitorio, y aún sin verte por la casi penumbra te solté un :




- Me pediste un regalo, un regalo muy especial y ahora no sé muy bien el por qué pero sé que lo necesitas.




Con un gesto la invité a que pasara, ahora ya te veía, mis ojos reconocieron cada relieve de esa habitación, guarida de las pasiones, la amiga entró, y a tus ojos volvió la mirada lasciva de nuestra primera noche, nos mirabas atónito, pero no te dejamos pensar demasiado, ese ha sido siempre tu problema , ya sobre ti, tu boca fue mi rehén, te besé una y mil veces, cien mil, un millón, un trillón, me daba cuenta de los sedienta que estaba, mis dedos buscaron anclarse en tus manos por encima de tu cabeza, aprisionándote, no podía dejar de temblar, estaba rabiosa, con la furia de la que quiere y no debe, casi la olvidé hasta que su sombra se superpuso a las nuestras sobra la pared, sombras chinescas a tres bandas que me erotizaban , que me anunciaban como la amiga corsaria venida de otros mares abordaba mi velero y aferrada al mascarón de proa , izaba hacia lo más alto el pabellón pirata.




Quería veros, y me retiré hacia una esquina de la cama, sin dejar de mirarte, me desnudé, quería hacerlo despacio, pero mis manos buscaban rápidamente mi piel, enfebrecida, me masturbaba junto a vosotros que en perfecto sesenta y nueve evolucionabais hacia el setenta, setenta y uno, setenta y dos...., hacían el ochenta, ....noventa,.... el cien, número mágico, 1 0 0 tres dígitos que se ensamblaban sin junturas, tú, ella y yo.




Ya no pude más y sobre ti dejé que me comieras el coño, creo que ni siquiera te diste cuenta de ello, estabas extasiado, cerré los ojos para sentirte y de repente tu lengua estaba sobre mis tetas, ¿tu lengua? a veces eres algo culebra pero dudo mucho que seas capaz de llegar hasta ahí, abrí los ojos y era ella la que me chupaba, succionaba y me di cuenta de cómo me gustaba, cerré de nuevo los ojos para tapiar con ellos la puerta a la conciencia y os dejé hacer, que placer, dos lenguas para mí, una nueva primera experiencia vivida contigo.




Frente a frente, la amiga y yo sobre tu cuerpo, éramos noria por donde se deslizaban libremente nuestros flujos, te corriste dentro de ella y yo sentí que lo hacías dentro de mí, el aliento de tus gemidos de dolor y placer en mi coño y tu lengua sin ritmo me arrancó un largo soplido que vació mis entrañas y nuevamente todo se puso en marcha, una y otra vez el agua de la noria de nuestros cuerpos giraba de uno al otro y al otro, y al otro una vez más bajo el reflejo de la luna que ya asomaba curiosa buscando el cuarteto...................


“Senyors viatgers estem arribant a l'estació destinació termini Alacant, Renfe els desitgem que .....................”, una voz en off me llamaba, los altavoces del tren me obligaron a volver a mi realidad, desorientada miré por la ventanilla, el puente rojo a la entrada de Alicante, me anunciaba que llegaba a casa, pero lo hacía sonriendo, al fondo estaba el mar, seguro que siempre habría algún velero fondeado que provocara un ” dejà vu “ cuando buscara sentirte otra vez.





Fotografías Emil Schildt Pascal Renoux y “Machine infernale “ de Jean Jacques André

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy, pero que muy bueno.

Anónimo dijo...

Me ha encantado. Metes una fantasia maravillosa, en un pensamiento, irrealizable. Lo describes con tal sutileza que trasmites el ansia y el deseo.
Frases como: "no me ibas a dejar que te olvidara", "la amiga corsario venida de otros mares", yCerre los ojos para tapiar con ello....Son preciosas que hacen que te llene un relato. Enhorabuena de R.
Un beso con cariño

el templo de artemisa dijo...

Gracias querid@ anonim@, es gratificante sentir que hay alguien ahí, y al que además le gustó lo que conté. Qué mas puedo pedir!!!

el templo de artemisa dijo...

Con tus palabras haces que otro domingo se vuelva amarillo. Gracias querido R.
Un beso con cariño.