martes, 25 de noviembre de 2008

Mis sentidos. A través del cristal acallaste mis silencios



Sola, al fondo de la sala, intentaba acallar el silencio que envolvía mi vida, sin respuestas, me recreaba en mi incomodidad, anclada a recuerdos mudos ya caducos, con una copa en las manos, lentamente admiraba el jugo sangre de uvas, me hubiera gustado ser yo quien las estrujara, sacara su hollejo y que fuera la ira la que saliera de mí en cada pisada, me liberara del dolor, me descargara de mis demonios , y que la rabia incontenible diera paso al fin a la paz, ¿ascender o caer?



Alcé la copa, note el primer golpe, cálido y untuoso en mi boca, cerré los ojos recreándome en el calorcillo que me transmitía un falso alivio , la mantuve en alto, como micrófono que alejara ese silencio, que retumbaba en mis oídos, al abrirlos me encontré con los tuyos , distorsionados por el cristal, me parecieron enormes, hermosos.



No pude evitar el sobresalto de tu intromisión, en mi delirio interrumpido, un mudo sollozo casi gutural me atragantó, reíste, yo lloré, una mueca de preocupación apareció en tu cara, yo era ahora la que reía.



Sucedió algo cuando nuestros ojos se encontraron, algo a medio camino entre el reconocimiento mutuo del goce y la desdicha.



A través del cristal te veía bello, mi igual, pelo castaño, suave al tacto, estaba segura, nariz romana, en ti todo me parecía perfecta psicodelia, ondulante, sinuoso, mareante.



Quería ser la espuma de tu cerveza, acariciar la comisura de tus labios, mezclarme en el torrente de tu saliva, mis manos las gotas que recorrían el tubo, dudosas preparaban su suicidio y finalmente saltaban al vacío, se perdían por las solapas, buscando tu pecho, la más atrevida caía en tu entrepierna lista para sofocar nuestro anhelos.



Torturada por el deseo no saciado, bajé mi copa, borrándote, acallando el silencio que empezaba a rebelarse.



Me había conformado con una vida imaginaria, collage de sueños, aspiraciones insatisfechas, esperanzas que inevitablemente se desesperanzaban, en mi vida no sucedía nada, sólo el silencio.



Levanté de nuevo la copa, buscándote, engañándome alargando el dulce y perverso momento vivido, pero ya no estabas....



El silencio me acogió de nuevo, inmersa ahora en el fondo de mi copa, me recreaba en su color, frambuesa, cereza golosa, intensa, brillante, como mi alma por un momento inflamada.
-Hola-, alguien dijo frente a mi mesa, tu voz cálida se metió en mí y quedó por siempre allí.



Desde entonces acallas mis silencios.

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